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En España el respeto es revolucionario. Fernando de los Ríos.

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COMPOSICIÓN DE LAS ÚLTIMAS CORTES DE LA SEGUNDA REPÚBLICA


La reproducción nos muestra la composición de las últimas Cortes de la Segunda República surgidas de las elecciones de febrero de 1936.
A estas elecciones se presentaron unidas las izquierdas en el Frente Popular (pacto suscrito  en enero por republicanos de izquierda, PSOE, UGT, Juventudes Socialistas, POUM, Partido Sindicalista y PCE). Al contrario que en 1933, las derechas aparecían desunidas, la CEDA quedaba aislada mientras Calvo Sotelo intentaba relanzar el Bloque Nacional y Alcalá Zamora no vio realizada su esperanza de que se consolidara un centro capaz de evitar la polarización en las elecciones de febrero. Se advierte perfectamente en la reproducción el hundimientos de los partidos de centro y de los radicales, pagando estos últimos los escándalos de la etapa anterior.
La participación en las elecciones fue alta, un 72% del electorado, lo que se atribuye, en parte, al voto anarquista. Los resultados según Javier Tusell, especialista en el tema, fueron para la izquierda un 34,3% de los votos, el centro, el 5,3%, y las derechas, el 33,2%, mientras que para otros autores como A. de Miguel las diferencias fueron mayores. En todo caso, el Frente Popular ganó las elecciones en 37 circunscripciones, en todas las grandes ciudades industriales y, en general, en la periferia del país, siendo la derecha predominante en Castilla la Vieja y, dividida entre ambas opciones, Castilla la Nueva. Es igualmente destacar la disparidad entre votos y escaños, por ejemplo, la CEDA, con el 23% de los votos obtenía el 19% de escaños, y el PSOE, con el 16% de votos el 21% de escaños. Esto fue posible porque la ley electoral premiaba las coaliciones, y las discusiones parlamentarias de las actas impugnadas se resolvieron casi siempre a favor de la coalición de izquierdas. 
El interés del documento como fuente histórica es indudables, ya que muestra la fragmentación de las Cortes, que reflejaban la división del país en dos bloques de importancia semejante, pero cuyas posturas se habían venido radicalizando desde el bienio anterior (radical-cedista). 
Contexto.
El mismo día de las elecciones Gil Robles y Franco piden a Portela Valladares, presidente del Gobierno, que declare la ley marcial. El día 19, con la oposición de Alcalá Zamora, el gobierno dimite en pleno. El mismo día, Azaña forma de nuevo gobierno con republicanos de izquierda, diría entonces aquello de "de nuevo nos toca segar la hierba en verde". 
Las primeras acciones del gobierno Azaña se encaminan al cumplimiento del programa con el que el Frente Popular había ganado las elecciones: amnistía para los presos de la Revolución de 1934 y relanzamiento de la Reforma agraria, sin embargo, los enfrentamientos entre campesinos y la Guardia Civil son continuos y los propietarios se niegan a contratar jornaleros. En algunas ciudades continúan los desórdenes mientras la CEDA pierde credibilidad en la derecha y miles de afiliados de las JAP (juventudes cedistas) se pasan a la Falange, ilegalizalizada desde marzo y con su jefe, José Antonio Primo de Rivera, preson en Alicante.
En virtud del artículo 81 de la Constitución, las Cortes debatieron sobre la necesidad de disolver las Cortes anteriores. El resultado de la votación fue contrario al presidente de la República, Alcalá Zamora fue destituido y elegido Azaña en su lugar, que el 10 de mayo tomaba posesión como jefe del Estado. Este hecho dejaba fuera de la acción política directa la líder principal de la izquierda burguesa, mientras que los socialistas, divididos, rechazaron la propuesta de formar gobierno, decantándose por las tesis de Largo Caballero, que hablaba de no colaboración con las fuerzas burguesas. 
Así pues, las derechas se dedicarán a la organización de un golpe militar (capaz de frenar lo que pensaban era un revolución inminente) y a la provocación, que será respondida por la izquierda. Se suceden enfrentamientos en las calles, Calvo Sotelo anima a dar un golpe violento a los militares, Mola termina de montar la trama civil y militar para un golpe de Estado y Casares Quiroga no termina de controlar la situación.
Con este clima llegamos al mes de julio de 1936, los asesinatos del teniente Castillo, socialista, y del líder del Bloque Nacional, Calvo Sotelo, son indicativos de los problemas del momento, no la causa de la sublevación militar que se producirá el día 17 de julio en Marruecos, un intento de golpe de Estado militar preparado desde el mismo día de las elecciones de 16 de febrero de 1936.

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