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LA CONFORMACIÓN DE HISPANIA: ROMANIZACIÓN Y CRISTIANIZACIÓN.

La presencia de Roma en la Península Ibérica se prolongó desde finales del siglo III a.C., momento en el que se inició la conquista, hasta principios del siglo V d.C., cuando el desmembramiento del Imperio romano favoreció el asentamiento en Hispania de algunos pueblos germánicos. Durante este tiempo, la Península fue un territorio más de un imperio que abarcaba las tierras que bordeaban el Mediterráneo.
1.1. LA CONQUISTA (pág. 20-21 del libro).
La sumisión de la totalidad de los pueblos indígenas (íberos o celtas) que poblaban la Península Ibérica duró aproximadamente doscientos años. La conquista se realizó en diversas etapas interrumpidas por períodos de inactividad bélica. La llegada de los romanos a la Península se produjo dentro del escenario general de las guerras púnicas, esto es, del enfrentamiento entre Roma y Cartago.
Para ver el contexto en el que se inicia la conquista romana hemos de hacer referencia a las guerras púnicas. En el Mediterráneo central habían surgidos dos  potencias expansivas: Roma y Cartago, el enfrentamiento entre ambas era inevitable.  La primera guerra (264-241 a. de C.) concluyó con la derrota cartaginesa y la conquista romana de Sicilia, Córcega y Cerdeña. Ante la obligación de pagar una fuerte indemnización a los vencedores, los cartagineses se replegaron hacia la Península Ibérica, intensificando su dominio, de ella extraían metales y hombres. Asdrúbal fundó Cartago Nova e hizo de ella su capital.
Pero Roma seguía extendiéndose y esto dio lugar a una segunda guerra púnica (218-201 a. de C.), el pretexto fue el ataque a Sagunto, ciudad aliada de los romanos por parte del cartaginés Aníbal, elegido jefe del ejército púnico en 220 a.C. y que proyectaba la conquista de Roma desde la Península Ibérica, atravesando los Pirineos y los Alpes. Este hecho motivó el desembarco de los romanos en Ampurias en el año 218 a. de C.
Podemos distinguir varias etapas en la conquista romana de la Península Ibérica.
a) La ocupación del litoral mediterráneo (218-170 a. de C.). La lucha contra Cartago.
Se enmarca en el contexto de la segunda guerra púnica. Tras el ataque a Sagunto por los cartagineses los romanos envían al general Escipión con el fin de impedir el paso de Aníbal hacia Roma. El desembarco del 218 a.C se convirtió en una guerra de 12 años, concluía  con la ocupación del litoral mediterráneo y los valles del Ebro y del Guadalquivir por los romanos.
Las zonas conquistadas están habitadas por pueblos que tenían un alto grado de desarrollo por el contacto con los pueblos colonizadores, esta situación hace que no opongan casi resistencia y que asimilen rápidamente las formas de vida romanas.
b) La conquista de la Meseta (170-29 a. de C.). Resistencia, sometimiento y guerras civiles.
La conquista de esta zona les costó mucho a los romanos, además de los accidentes geográficos, el nivel de desarrollo de estos pueblos es escaso y veían con hostilidad el modelo de civilización romana. Las guerras fueron durísimas y de los enfrentamientos con los romanos destacamos dos: Viriato y Numancia. Viriato fue un caudillo lusitano que mantuvo en jaque a los romanos gracias a la utilización de la guerra de guerrillas, al final fue asesinado en 139 a.C. por varios de sus capitanes sobornados por los romanos con la promesa de tierras y privilegios, su derrota abrió a Roma el oeste peninsular. En Numancia los celtíberos presentaron una resistencia feroz ante el sitio de los romanos, la llegada de Publio Cornelio Escipión puso a la ciudad en una situación límite, y sus habitantes prefirieron destruirla y suicidarse antes que caer en manos de los enemigos, era el año 133 a. de C.
En los últimos años de esta etapa Roma atraviesa varias guerras civiles, en la última dos generales victoriosos se disputan el poder de la República: Pompeyo y César, tras la muerte de Pompeyo, sus hijos serán derrotados por César en la batalla de Munda (Montilla, Córdoba), el 27 de marzo del 45 a. de C., quedando toda la zona centro y sur de la Península pacificada.
c) La pacificación de la franja cantábrica (29-19 a. de C.).
En estos diez años se desarrollan las guerras cántabras, dirigidas por el emperador Augusto. Roma perseguía la pacificación de estos pueblos, el acceso a los ricos yacimientos de la zona y que dejaran de atacar a las ciudades romanas. Casi toda la población acabó esclavizada. Roma fundó una serie de ciudades y campamentos militares para contener a estos pueblos: León (sede de la Legio VII Gémina), Astorga (Asturica)..., pero el control efectivo y total de los pueblos de la cordillera cantábrica y de los vascones nunca fue del todo efectivo.
1.2. EL PROCESO DE ROMANIZACIÓN.
La romanización es el proceso por el cual los habitantes de la Península van a abandonar sus formas de vida tradicionales (leyes, religión, lengua, usos y costumbres...) y van a adoptar las de los romanos, o bien se van a mezclar ambas. Este proceso, de manera general se llama aculturación, y aplicado a este momento histórico romanización.
Los factores que determinaron la romanización fueron diversos: la administración con la que controlaban el territorio, la construcción de nuevas ciudades y de la red de calzadas, la imposición del latín como lengua oficial, la extensión del derecho de ciudadanía, el sincretismo religioso (asimilación de los dioses indígenas al panteón romano), el comercio y la presencia del ejército romano en la Península.
Los elementos esenciales de la romanización fueron el ejército y los colonos. Las tierras de Hispania fueron lugar de llegada de militares veteranos y nuevos colonos en busca de la explotación de sus recursos naturales, contribuyendo de manera a las difusión de los modos de vida romanos y al proceso de romanización. No obstante, la romanización no fue un fenómeno homogéneo en todo el territorio, siendo el área mediterránea y el sur peninsular donde su influjo fue mayor.
Los pilares del proceso de romanización fueron:
1.2.1. La administración territorial.
a) La provincia. La conquista y pacificación del territorio suponía la organización y explotación de las tierras y de la población sometida a Roma. La provincia fue la unidad administrativa utilizada por Roma para controlar los territorios conquistados fuera de la Península Itálica. En los inicios del siglo II a.C. (197 a.C.) los romanos organizaron sus dominios en dos provincias: Hispania Citerior (valle del Ebro y costa levantina con capital en Tarraco) e Hispania Ulterior (Valle del Guadalquivir con capital en Corduba). Sobre esta base se asienta la división administrativa en conventus (distritos para facilitar el cobro de impuestos y el reclutamiento de soldados) y  la administración política, siendo dirigida cada provincia por un magistrado, existían provincias de dos tipos:  provincia bajo administración del emperador y senatoriales. Octavio Augusto reorganizó el territorio con una nueva división provincial en el año 27 a.C. en Tarraconensis (Tarraco), Bética (Corduba) y Lusitania (Emerita Augusta). En época de Diocleciano, la Hispania Citerior Tarraconense se dividió en tres, formando otras dos provincias nuevas: Gallaecia (capital Bracara) y Cartaginense (capital Cartago Nova). En el siglo IV (385 d.C.), la provincia Baleárica se desgajó de la Cartaginense.


a) La ciudad y el sistema urbano. La ciudad como núcleo político-administrativo y el sistema de ciudades (red urbana) como elemento cohesionador del territorio constituyen partes esenciales de la romanización. Son los andamios fundamentales del conjunto del fenómeno.  Hispania vio florecer una serie de ciudades, ya fueran antiguos municipios, revitalizados bajo eldominio romano (es el caso de Tarragona (Tarraco), Ampurias (Emporiom) o Cádiz (Gades), o nuevas “colonias” como Mérida (Emerita Augusta), León (Legio) y Zaragoza (Cesaraugusta), fundadas por los soldados imperiales o por la administración romana.
Existieron diversos tipos de ciudades: estipendiarias (ciudades indígenas conquistadas por la fuerza, obligadas a pagar estipendio (impuestos) y estar bajo control del ejército y magistrados romanos, eran la mayoría), federadas o libres (pactan su subordinación a Roma a cambio de no pagar impuestos ordinarios y mantener ciertos derechos y costumbres) y colonias (fundadas por los romanos para legionarios veteranos, funcionan al modo de la capital romana).
Las ciudades se convirtieron en el centro administrativo, jurídico, político y económico de la Hispania romana. Eran gobernadas por un Consejo (Curia), elegido por los ciudadanos entre la oligarquía local. Al principio no todas las ciudades tenían los mismos derechos (según  los tipos vistos) pero a partir del siglo I d.C. se concedió el derecho latino a todas las ciudades de Hispania y con Caracalla toda Hispania recibiría la ciudadanía romana a partir del año 212 con la promulgación de la Constituio Antoniniana.

c) Las calzadas (movilidad del ejército: control del territorio). El desarrollo de un amplio sistema de calzadas, que no sería superado hasta la Edad Contemporánea, favorece el intercambio comercial y la llegada de pobladores, ejércitos, comerciantes... las principales ciudades romanas estaban intercomunicadas entre sí (Vía de la Plata, que unía Emerita Augusta con Asturica Augusta, Astorga) y con Roma a través de la vía Augusta que iba paralela al litoral mediterráneo.

1.2.2. Organización económica y comercial.
De igual forma Roma impuso las estructuras económicas de su sistema; Hispania se convertía en una economía colonial, donde la mayoría de las actividades económicas se realizaban con la finalidad de abastecer a la capital del Imperio: explotación de minas, producción agraria, donde las tierras pertenecen al pueblo romano (ager publicus) o son repartidas entre colonos, soldados licenciados o indígenas sin tierras, constituyendo en ocasiones enormes latifundios en manos de la clase senatorial. 


Del mismo modo el comercio, la artesanía y la utilización de mano de obra esclava están al servicio del Imperio. La ciudad como centro de producción y de intercambio de mercancías y el uso de la moneda (denario de plata) son factores a tener en cuenta en el apartado económico. Por tanto, Roma moderniza la economía y explota los recursos de Hispania. El sistema económico se organizaba en torno a unas relaciones de producción de tipo esclavista.

1.2.3. Cambios en la organización social. 
Se asentó una estructura social basada en la formación de clases según su riqueza: una reducida aristocracia (senadores y caballeros) que poseían cargos, tierras y fortunas, una burguesía acomodada de negociantes y propietarios de villas agrícolas, y un numeroso grupo de trabajadores libres, campesinos y artesanos. Asimismo, los esclavos, privados de todo derecho, se generalizaron y fueron abundantes en el trabajo agrícola, minero y artesano. Paulatinamente la organización social prerromana, relacionada con lazos de sangre, grupo o tribu fue dejando paso a una sociedad centrada en el acceso a la riqueza y el derecho de ciudadanía.
1.2.4. Un nuevo marco cultural. 
La dominación romana introdujo en Hispania sus elementos culturales (lengua, derecho, religión, ideología) dando consistencia al proceso de romanización (proceso político, socioeconómico y cultural), es decir, a la adscripción del territorio hispano en el marco cultural romano. Las principales manifestaciones fueron:
- Latinización. El Latín, símbolo del poder romano (era el lenguaje de la política y el derecho) pronto se convirtió en la lengua utilizada por las élites indígenas hispanas. Su uso se extendió por todo el territorio pero especialmente en las zonas meridional y mediterránea, sustituyendo las lenguas prerromanas, de las que solo sobrevivió el vascuence. Algunos hispanos se destacaron por su uso literario e intelectual, Marcial, Séneca, Lucano, etc..
- El sistema jurídico romano: el derecho romano,  basamento todavía hoy de buena partes del ordenamiento jurídico de las sociedades actuales. La principal aportación es que el derecho romano no regulaba únicamente las relaciones privadas, sino que instaura un derecho público, cuyo núcleo es el derecho de ciudadanía, las instituciones y su funcionamiento. Enmarca los principios de justicia y convivencia dentro del Derecho.
 - Filosofía y pensamiento. Roma es la heredera el mundo griego, su expansión es la de la cultura grecolatina en sus elementos más pragmáticos, la filosofía convertida en política y la ética estoica en modelo de conducta.
- Arte. El legado artístico romano se manifiesta en numerosos monumentos de diferentes signo: edificios públicos ( foros, templos, teatros, circos, termas), obras de ingeniería civil (acueducto de Segovia, puente de Alcántara, murallas defensivas en Lugo o la red de calzadas) y esculturas y mosaicos (abundantes villas y palacios).
- Creencias religiosas. La religión romana, fruto del sincretismo etrusco y griego, tenía un carácter politeísta y un panteón de dioses donde destacaban la triada capitolina, formada por Júpiter, Juno y Minerva y que representaba el poder de Roma. Con la formación del Imperio se impuso el culto al emperador, la estimación de su poder como divino era un medio de control político-social. Roma respetó los cultos locales mientras no entraran en conflicto con los romanos, esa situación incremento el sincretismo religioso, fundiéndose sus divinidades con las indígenas. Roma hizo un uso político de la religión, era un medio de integración social, pero también de aceptación política en el caso del culto al emperador.
1.3. CRISTIANIZACIÓN.
Roma había importado cultos orientales (Cibeles, Isis, Mitra) y desde allí se extiende también el Cristianismo, una nueva religión que colisiona con el poder romano por tratarse de una religión monoteísta y no reconocer el culto a otros dioses, ni al emperador. Esta situación provocó la persecución de los cristianos por Roma, y los creyentes ejecutados pasaron a ser considerados mártires. Decio les obligó a elegir entre la apostasía o el martirio, Valeriano provocó la ejecución del obispo de Tarraco, san Fructuoso y Diocleciano protagonizó la persecución más duradera, extensa y cruel, con un elevadísimo número de mártires.
Los primeros impulsos cristianismo en Hispania son confusos, a parte de la consabida tradición-leyenda de la evangelización de Hispania a cargo del apóstol Santiago el Mayor (con la colaboración de San Pablo, y alrededor de la cual se construirá la ruta del Camino de Santiago) o la llegada de siete enviados (varones apostólicos) de San Pedro para evangelizar este territorio; la cristianización tiene fuertes influencias iniciales con el África romana. Su vehículo de expansión sería el elemento militar, la Legió VII Gémina a través de la Vía de la Plata y sus interconexiones con Gallaecia (Galicia) y Caesaraugusta (Zaragoza). Se han encontrado varios rasgos de influencia africana en el cristianismo español primitivo: la arquitectura de las primeras basílicas, el elemento militar y origen africano de los primeros mártires hispanos, e incluso características de la propia liturgia.
Los primeros datos documentados de la presencia del cristianismo en Hispania nos los da San Cipriano en el s. III d.C como las persecuciones que se produjeron durante este siglo dejando un panorama de expansión del cristianismo, cuya máxima representación fue el concilio de Elvira (Ilibris – cerca de Granada realizado ca. 305). Con esa base podemos afirmar que las regiones más cristianizadas fueron aquellas que habían sido más romanizadas.
Como ocurrió en el resto del Imperio, la situación del cristianismo cambió con la aprobación de los edictos de Milán (313 d.C) y Tesalónica (380 d.C); abriendo un camino que terminó por convertir al Cristianismo en la religión oficial del Imperio, situación de preeminencia y poder que contribuyó a la expansión y consolidación del cristianismo en la Península y a invertir los términos, ahora serán los movimientos heréticos que cuestionaban el enriquecimiento paulatino y el nuevo papel del cristianismo como una religión oficial los que serán perseguidos, entre ellos destaca el Priscilianismo (Prisciliano de Ávila), que arraigó en Galicia a finales del siglo IV con un programa de religiosidad extrema, igualdad de sexos y libre examen de los textos bíblicos. Prisciliano fue ejecutado por hereje en el 385 d.C.

   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, gran trabajo el que haces con el blog, la verdad. Siempre son de ayuda estas aportaciones para profesores y alumnado. Dejo un vídeo sobre la Romanización, por si fuera del interés de los lectores. https://www.youtube.com/watch?v=XfxqOdzM-E8
Un abrazo y muchas gracias.

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